El avatar debe conocerse a sí mismo
Para comprender este artículo debes leer la primera parte y la segunda parte.
El avatar entró en un proceso de autoconocimiento profundo. En el que empezó a comprender las leyes de la vida y a sí mismo. Se encontraba cada vez más calmo y confiado, aunque en el ámbito del juego por momentos todo pareciera derrumbarse, él aprendió que esto era solo apariencia y si alguna vez lo olvidaba ahí estaba el jugador para recordárselo.
Al principio le parecía que estaba viviendo dos vidas paralelas en dos tiempos simultáneos, en una vivía y sufría los inconvenientes del día a día y todo iba muy rápido y en la otra sentía una gran confianza y una sensación de trascendencia más allá de los avatares de la vida cotidiana, en la que el tiempo parecía no existir. Cuando hablaba con otras personas quería comunicarles esto, pero una y otra vez se encontraba con muros imposibles de atravesar. Esto era muy frustrante para él, quería decirles a los demás que había otra forma de vivir, que
Pronto descubrió que la gente tiene mucho miedo a salir de su jaula y por eso se tapan los ojos, las orejas y la mente.
Entonces el avatar se limitó a dejar cosas escritas dentro del juego por aquí y por allí y a soltar alguna que otra frase, imaginaba que eran como semillas que algún día con las condiciones apropiadas germinarían y esto le dejó tranquilo.
Más adelante, la sensación de vivir dos vidas a la vez se fue diluyendo a medida que el avatar iba integrando su mundo interno, es decir, que le iba siendo más natural estar en contacto con él. A todo esto seguía hablando con el jugador, y descubriendo que podía tener otras formas de comunicación, sin necesidad de formalidades.
La clave está en la confianza
Confianza en que todo en su realidad tenía un sentido y un aprendizaje, aunque la apariencia a veces le quisiera engañar, él sabía que este juego se estaba jugando por algo y que sus objetivos eran buenos.
La otra clave es el sentirse acompañado
Sentía que había alguien que siempre estaba con él y que iba hacer todo lo posible para que estuviera bien, y esto le daba más confianza porque ese alguien era una parte de sí mismo, que antes no conocía y por eso se había sentido solo. El sentimiento de conexión interior crecía y esto hacia que pudiera ver también las conexiones entre todo lo viviente como algo natural. ¡Y que feliz le hacía! porque descubrió que no necesitaba competir con nadie, que la competencia era solo un programa del juego, porque la vida medra y se extiende gracias a la colaboración.
Con esta nueva forma de vivir descubrió que su camino era solo suyo y que podía compartir experiencias con otras personas pero lo que sentía dentro le pertenecía solo a él. Y esto lejos de agobiarle le llenaba, le daba plenitud, porque por primera vez en su existencia comprendió que todo lo que podría llegar a ser estaba en su interior.
Este cuento puedes seguir escribiéndolo tu…
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¡Genial, entrañable!
Me has dado un paseo por tantos lugares comunes que una alegría daba paso a la otra sin terminar de disfrutarla. Lugares «descubrimientos» que creí intransferibles alguna vez. Lugares inconscientes -o supra- que se abrieron a lo consciente hasta darnos sensación -incluso- de una consciencia colectiva donde muchos podríamos compartirlo. Simplemente hermoso. Y dejo un verso de una canción que también «se apareció por ahí»:
«…más de una mano en lo oscuro me conforta,
y más de un paso siento marchar conmigo,
pero si no estuvieran, no importa, sé que hay muertos que alumbran los caminos…»
Que lindo Silvio!!, gracias por traerlo aquí, me has hecho acordar de otra canción suya: «Canción del elegido»:
«…No voy hablarles de un hombre común
Haré la historia de un ser…
Es una historia enterrada
Es sobre un ser de la nada
…
Y comprendió que la guerra
Era la paz del futuro
Lo más terrible se aprende enseguida
Y lo hermoso nos cuesta la vida
…»
Uf, ahora mismo, en CNN, un periodista se conmovía hasta las lágrimas cuando él mismo citaba a nuestro querido Mario Benedetti y su «Te quiero».
Silvio, Mario y tantos, tantos…
Artistas que nos dan su mano para atravesar estas puertas de las que hablamos, para poder vivir en los «páramos yermos», para inflar el pecho con sus artes ante las adversidades, para erradicar el tedio de nuestros diccionarios; y para encontrarnos, reconocernos, ser felices.
Porque; «El que tenga una canción,
tendrá tormenta.
El que tenga compañía;
soledad.
El que siga buen camino
tendrá sillas,
poderosas,
que lo inviten a parar.
Pero vale la canción,
buena tormenta.
Y la compañía vale
soledad.
Siempre vale la agonía de la prisa,
aunque se llene de sillas,
la verdad.»
Sin palabras, la elocuencia de Benedetti… el supo lo que fue vivir tormentas por decir…
Esos artistas a los que nada les hacia callar, le debemos su valentía y su tenacidad, ellos nos hicieron mejores personas.