Siguiendo con el desarrollo de las ideas planteadas en los artículos anteriores, cuando hablábamos de experiencias que nos dan un giro en la vida, pueden venir acompañadas de una apertura del corazón. Si nos atrevemos a vivir esta apertura, esa vivencia es la que realmente nos transforma. (porque la mente no tiene esta capacidad, solo el sentir es capaz de producir cambios significativos en nosotros).
Si nos cerramos y nos quedamos en el sufrimiento o la no comprensión de nuestros procesos seguiremos más o menos igual y habrá que esperar a la próxima oportunidad (o crisis).
Estas experiencias son buscadas por el yo interno, él nos va conduciendo hacia ellas, aunque nosotros no tengamos consciencia de ello. Podemos darnos cuenta de ello, podemos no tener ni idea y poner la responsabilidad de lo que nos pasa fuera y también podemos tener ciertas intuiciones de vez en cuando. Por ejemplo, muchas veces luego de que sucede algún acontecimiento, nos damos cuenta de que en algún lugar nuestro interno sabíamos que sucedería eso, pero en el transcurso de los hechos lo habíamos “olvidado” o nos “hicimos los suecos.”
No perder la oportunidad
Estos cambios y crisis que vivimos, son momentos de toma de consciencia importantes y grandes oportunidades para mejorar nuestra vida y alcanzar nuestros anhelos del alma. Es bueno estar atentos para que no se nos pasen.
El ego siempre intentará volver a la normalidad, a la rutina en la que se siente cómodo y seguro. Y si no estamos atentos corremos el riesgo de perder una oportunidad de evolución individual trascendente.
La decisión es solo nuestra
Dicha experiencia de crisis vital, llega para colocarnos frente a una encrucijada en la que tenemos la opción de seguir por el mismo camino o tenemos la oportunidad de tomar un camino diferente y evolucionar.
Si tomamos la primera opción, empezaremos nuevamente a reconstruir nuestra vida lo más parecida posible a como era antes. Por ejemplo, si tuvimos una separación, buscaremos al mismo tipo de persona, con características psicológicas similares, en un intento de continuar igual pero con otra persona.
Si cogemos la segunda opción nos enfrentamos a crear un camino diferente, nos espera lo desconocido, lo no marcado por el hábito y costumbres familiares y culturales.
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