La re-conexión interna como antídoto ante la amenaza externa

En el artículo anterior hablábamos como el hábito de la supervivencia está instaurado en el cuerpo y lo necesario que es relajarlo a nivel profundo para cortar el círculo vicioso: contracción física crónica-activación del mecanismo de alerta.

A medida que vamos reconectando con nuestro cuerpo  y con sensaciones dormidas, y  a medida que se van relajando los músculos, órganos y tejidos internos, empiezan aflorar sentimientos.  Al principio pueden ser de dolor porque reconocemos el daño que cargamos.  Pero este proceso de reconocimiento es imprescindible para avanzar y cuando llega la hora de hacerlo es porque tenemos la fuerza suficiente para llevarlo a cabo.

Es real, es tangible, es algo que sentimos, es una sensación física interna profunda.

Lo maravilloso es que una vez que perdemos el temor a sentir, afloran las sensaciones de reconexión como un bálsamo sanador, refrescante y revitalizante.  Zonas dormidas van recobrando vida, y la energía empieza a circular sin tantas trabas por el organismo, esto es lo que nos devuelve literalmente la vida al cuerpo y la alegría a nuestra alma.  Esto es concretamente la integración de la que tanto hablamos, es posible sentirla dentro de nuestro cuerpo y eso es lo que hace que nos sintamos integrados con el todo.

La salida a la forma de vida deshumanizada que llevamos

Cuando estamos en este proceso, los peligros del ambiente ya no tienen tanto peso, porque a pesar de vivir en una sociedad tan competitiva y hostil, al contactar con nosotros mismos podemos beber de nuestra fuente interna y descubrir que nada tiene la capacidad de apagarla.

Cuando me preguntan donde está la salida a esta forma de vida tan deshumanizada que llevamos, yo respondo que está en nuestro interior.  Allí es donde reside la utopía, que deja de serlo en cuanto nos empezamos hacer cargo de nosotros mismos.  Dejar de culpar a otros o a las circunstancias de nuestros pesares y asumirnos a nosotros mismos, es lo que nos devuelve el poder para transformar nuestra vida y nuestro mundo.  Luego nos llevará más o menos tiempo, nos llevará dedicación, empeño y fuerza para mantenernos, pero estaremos en el camino porque habremos salido de la postura de víctimas (o lo que es lo mismo de presa).

Dejar de ser presas

Este es el primer paso para salir del estado de supervivencia: dejar de considerarnos a nosotros mismos una presa de los depredadores del entorno.  Y si somos capaces de sostener esa consciencia y esa energía, los depredadores recibirán el mensaje, nos olerán y se lo pensarán dos veces antes de atacarnos.  Pues siempre irán donde el más débil, ya que eso implica menor esfuerzo y más probabilidad de éxito.  Por eso llenarnos de nosotros mismos es el antídoto ante la amenaza del exterior ya que no nos hará falta pelear, porque a veces con una mirada o la palabra justa acompañada de la contundencia de nuestra presencia (nuestra energía) bastan para que los predadores se alejen.  Tampoco nos hará falta huir, ni paralizarnos, pues nos iremos relajando a la vez que revitalizando y fortaleciendo y esto hace que  la amenaza poco a poco pierda el dominio sobre nosotros.

En el próximos artículos hablaremos de las consecuencias de este estado y del ingreso en un círculo creativo.

Siguiente post: «Evaluación del año que culmina y proyección del 2020 para crecer en consciencia»
Post anterior: «El cuerpo como puerta de entrada a los cambios reales de transformación interna»

Comunicarnos es esencial. El trauma lo superamos cuando podemos expresarnos.
TE ANIMO A QUE HAGAS PREGUNTAS Y COMPARTAS TUS OPINIONES
Abajo en la zona de “comentarios”.
Te pido que las preguntas sean concisas y lo suficientemente inclusivas, para que las respuestas ayuden a otras personas.
Para casos particulares me puedes pedir cita: por mail, WhatsApp o teléfono.
Doy consulta presencial y también ON LINE

Pide una cita

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *