Desde un punto de vista parcial, nuestra mente tiene un funcionamiento pernicioso.
En el sentido de que se maneja por hábitos aprendidos que los repite constantemente y de forma automática, tanto que casi nunca nos percatamos (a menos que hagamos un trabajo de observación interna) de sus juegos y esto da como resultado que estemos abducidos por esa programación.
Una de las cosas que sucede es la repetición de emociones negativas. Estos mecanismos son patrones, que no son como un programa de ordenador que cuando recibe el clic que lo activa se pone en funcionamiento de forma automática.
Explicado de forma sencilla, el funcionamiento seria el siguiente:
sucede algo en nuestro entorno que produce el disparo de una emoción negativa, sin control, de repente nos sentimos mal por algo, esa emoción puede ser culpa, susto, miedo, desolación, tristeza, dolor, etc. (cada uno tiene una emoción de base que es la recurrente, la que más aparece en su paisaje emocional, que tiene que ver con su historia y con aquellas cosas que debe superar de sí.) Esto resulta molesto, no nos gusta, es desagradable, entonces pronto aparece la defensa ante esa emoción, que pueden ser varias según la persona y la circunstancia.
Las actitudes defensivas más habituales son:
– la negación, es decir hacer de cuenta que no ha pasado nada y enviar toda la situación al trastero, al inconsciente.
– la victimización y el regodeo en la emoción y no profundizar y no hacer nada para cambiar, solo quejarnos y echar la responsabilidad fuera
– interponer otra emoción por encima y actuarla, por ejemplo, si la emoción básica es el dolor o el miedo, aparece el enfado o la ira y actuamos ese enfado, quiere decir que reaccionamos con enfado exagerado y fuera de lugar ante nimiedades.
Cualquiera de estas respuestas, hacen que estemos siempre dando vueltas en el mismo círculo. Son parches que colocamos, de corta y defectuosa efectividad. Porque cuando por ejemplo negamos lo que sentimos, al cabo de determinado tiempo esa emoción vuelve y tal vez lo haga con más fuerza y mayor frecuencia.
¿Cuál es el mensaje entre líneas?
Y ¿Cuál sería la respuesta saludable ante esta situación?
La repetición del hábito de sentir las mismas emociones negativas una y otra vez, ante circunstancias similares, significa que si queremos que deje de ocurrir, en algún momento tendremos que prestarle atención, dejar de evitarlas y de defendernos y meternos en ellas. Ese es el primer paso para poder encontrar la solución a lo que causa esa situación y poder iniciar un proceso que culminará con la superación de la situación que las provoca.
Mientras no nos ocupemos de ello, seguirá viniendo y seguirá machacándonos hasta que decidamos tomar el control y no dejar que la programación interna que poseemos nos controle.
Ese es un paso de madurez muy trascendente en la vida: tomar por fin la decisión de llevar las riendas de nuestra propia vida y no dejar que lo hagan las circunstancias que nos han tocado vivir.
Ampliaremos en próximos artículos.
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