El cuerpo como puerta de entrada a los cambios reales de transformación interna

 

Como decíamos en el artículo anterior los momentos de crisis son oportunidades invaluables para permitir cambios internos de evolución en nuestra vida.

Desde la mente, desde nuestro raciocinio, no es posible realizar esta trasformación, sino que para ello debe haber una integración de todo el ser  (a nivel de cuerpo, mente, sentimientos) para poder alcanzar un comprensión íntegra y más real.

 ¿Comprensión de qué?

De que hemos llegado a un momento de nuestra vida en el cual se produce un crisis porque hay algo que necesitamos cambiar y nuestro yo interno, nos conduce a vivencias que permiten estos cambios.  Son momentos en los que estamos preparados para acceder a una visión más real de nosotros mismos y comprender que habíamos estado viviendo con cierta limitación porque nos habíamos estado apoyando en creencias falsas.

¿Qué han hecho estas creencias?

Nos han preservado, nos han ayudado a sobrevivir en momentos difíciles, pero a medida que avanzamos en nuestra vida, nuestras circunstancias cambian y nos vamos fortaleciendo para poder vivir de otra manera. 

¿Cuál es el problema entonces porque no podemos acceder a esa otra forma de vivir?

El problema es que hemos adquirido el hábito de supervivencia y nuestra mente y nuestro cuerpo se han puesto una armadura defensiva para sobrellevar la situación, la cual luego de pasado el momento de peligro para la integridad física, psicológica y emocional, dicha armadura persiste en nosotros de forma real, porque esta armadura está  estructurada en nuestro cuerpo, en la musculatura, en los órganos, en el tejido conjuntivo, etc.,  hasta en el rictus de nuestra expresión.

¿Cuál es la solución?

Abordar el problema de forma integral donde es imprescindible incorporar al cuerpo

Porque si no disolvemos poco a poco las contracciones físicas adquiridas en el pasado para sobrevivir, volveremos al hábito una y otra vez.

¿Como se explica esto?

Como nos dicen los nuevos descubrimientos de la neurociencia, existe un mecanismo neuro-anatómico que conforma un círculo vicioso, el que no se rompe mientras la musculatura profunda y los tejidos estén en contracción crónica.  Esto sucede porque el cerebro sigue recibiendo el mensaje de que tiene que mantener la activación neuronal de defensa,  ya que si el cuerpo está tenso es porque sigue existiendo el peligro.   Esto es la herencia animal que aún cargamos, el cerebro reptil, que funciona a un nivel muy básico de supervivencia en clave de: lucha/huida/parálisis.  Este circulo vicioso lo hemos explicado en otros artículos: «Aprender a salir del estado de supervivencia 3.  El círculo vicioso del estrés: un comportamiento compulsivo de repetición».   

Cuando logramos romper ese círculo vicioso damos el gran paso para poder dejar de sobrevivir y empezar a vivir, porque nuestra biología ya no nos podrá limitar, entonces somos capaces de trascender la programación de lucha/huida/parálisis del cerebro reptil y poder acceder a nuestras capacidades superiores de mamíferos humanos.

 

 

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