Dejarse sentir 3. Buscar el sentido a la vida.

 

Podemos llegar a experimentar más vitalidad y armonía si nos atrevemos a dejar venir sensaciones y sentimientos que estamos siempre evitando por miedo a sentir dolor.

(viene del articulo anterior)

Ese miedo inconsciente que llevamos dentro, es en realidad el miedo a comprobar que no nos han amado lo suficiente y que no nos han dado lo que necesitábamos para sentirnos personas completas y autosuficientes.  El problema es que nacemos de personas a quienes les pasó lo mismo.  Lo normal, es que los  padres amen a sus hijos, y así es,  pero sus carencias emocionales generan confusión en los niños y muchas veces una interpretación errónea de la realidad.  Sucede muy a menudo que el hijo o la hija sienta que sus padres no le han expresado su amor de la forma como él o ella lo ha necesitado y ello hace que se sientan carentes.

Pero cuando emprendemos un camino de autoconocimiento debemos ser valientes y atrevernos a ver que hay más allá de nuestro dolor.   

Me dirás: ¿por dónde empiezo?

Empieza por escuchar.  Aquiétate, respira y disponte a escuchar de forma atenta.

¿Qué hay que escuchar?

Empieza por tu cuerpo, siente, presta atención a la sensación.  Ocúpate por un rato de que la experiencia de estar vivo/a sea sentida, dale sentido.  

¿Qué es dar sentido a la experiencia de estar vivo/a?

Permitir que aparezca la sensación física, sensibilizarte a la vida que hay en tu cuerpo.  

Es algo muy sencillo, sin embargo casi nadie lo hace.  Como decíamos en el artículo anterior, porque si lo haces es muy probable que pasados unos segundos aparezca inquietud y malestar.

A pesar de ello sabemos que en algún momento habrá que tomar coraje y atravesar ese malestar, para acceder a una vida más real.

La solución es ir poco a poco y a medida que el cuerpo y la mente puedan tolerarlo.  A pequeñas dosis, e ir observando.

Disponerse a dejarse sentir conscientemente, irá abriendo puertas, reducirá el miedo y ayudará a coger fuerzas, para cuando llegue el momento de enfrentar lo que sea que haya dentro, que causa el dolor y el malestar.

No es una tarea fácil, en esta vida apurada que llevamos, nunca encontramos el momento para nosotros, siempre hay algo que hacer más importante que ocuparnos de nuestro propio bienestar.  Parece como si hubiéramos sido programados para no mirar dentro y estar más pendientes de actividades que nos mantienen desconectados.

Pero si empezamos por observarnos a nosotros mismos, se va creando un espacio en nuestra vida y dentro nuestro independiente de la vorágine y comenzamos a comprender comportamientos y emociones.

Dejarse sentir, es dar el derecho a que se muestre todo aquello que no queremos ver de nosotros mismos, porque lo calificamos de malo e indeseable.  Es la manera en que podemos empezar a integrar partes nuestras que permanecen en la sombra.  Puede ser el comienzo de un proceso integrador de autoconocimiento.
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Comunicarnos es esencial. El trauma lo superamos cuando podemos expresarnos.
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