El miedo es solo miedo
Como calmar la alerta para ganarle al miedo
En los artículos anteriores habíamos introducido la idea de que podemos cada uno/a de forma individual, empezar a crear nuestro mundo y lo que queremos vivir, en vez de dejarnos llevar por el miedo y el caos externo. También habíamos explicado que empezar a percatarnos de nuestros miedos, sin negarlos y reconocernos a nosotros mismos como seres frágiles, nos dará fortaleza para ir saliendo poco a poco de esta forma de vida que no nos satisface.
(Para entender el desarrollo de lo que vamos tratando en esta serie de artículos, lee: la parte uno, la parte dos y la parte tres.)
¿Qué haces para mantenerte alerta y con miedo?
Profundizando y siguiendo el proceso, es momento de observarte como es que te auto-provocas el estado de alerta que conlleva miedo, preocupación, ansiedad, y que puede escalar a la desesperación, hasta estados de pánico, trauma y trauma profundo. Esto último, el trauma profundo, se da si los estresores son muy intensos, o si se mantienen en el tiempo de forma constante.
Es muy importante que te preguntes a ti mismo lo siguiente:
¿Qué haces para provocarte a ti mismo el miedo y la preocupación?
Hazte esta pregunta cada día al acostarte y /o al despertarte y deja que las respuestas vengan solas.
A la vez, empieza a observarte: ¿cómo lo haces?, ¿cómo es que haces para auto-preocuparte, auto-alterarte, auto-estresarte, etc.?
¿Cómo ocurre ese proceso en ti?
Tal vez te parezca difícil identificar esto, porque estos procesos ocurren a nivel inconsciente. Pero podemos, si adquirimos el hábito de auto-observarnos, darnos cuenta como lo hacemos. Y a medida que vamos descubriendo detalles que antes se nos pasaban por alto, iremos profundizando, (irá creciendo nuestro yo observador) e iremos trayendo a la consciencia, cada vez más contenidos inconscientes, patrones, actitudes, hábitos que antes no los percibíamos.
Como empezar
Observa como respira tu cuerpo.
Ya sabes que nuestro cuerpo es nuestro gran aliado, porque siempre nos da información real, y es la puerta de entrada a nosotros mismos, es donde está nuestra historia manifestada.
Puedes usar como guía las siguientes preguntas:
¿Cómo es tu patrón respiratorio? ¿Cómo es tu respiración?:
-¿Respiras de una forma rítmica, natural relajada, permitiendo que tu caja torácica se hinche y se deshinche, abriéndola en la inspiración y cerrándola en la espiración?
-¿Tomas suficiente aire, es decir, te sientes satisfecho con la cantidad de aire que aspiras? O ¿tomas poco y cada tanto necesitas tomar una respiración profunda para compensar?
-¿Te has acostumbrado a tomar poco aire y como consecuencia tu caja torácica y tu pecho se han quedado poco desarrollados?
-¿Coges aire y lo retienes un rato y por eso tu pecho se ha quedado demasiado hinchado, duro y protegido?
-¿Tu respiración es corta y rápida, como si hiperventilaras y si quieres respirar profundo te cuesta y tiendes a marearte?
Observa tu patrón respiratorio. Tal vez sea alguno de los anteriores o tal vez no.
Nuestros patrones inconscientes
Esto parece básico pero es muy importante, porque a partir de la respiración y de la dinámica bioenergética del cuerpo (de su energía vital) es que se estructura gran parte de la forma adaptativa que adquiere el cuerpo para defenderse y protegerse.
Es decir, si por ejemplo, no respiras suficiente la musculatura y los tejidos no reciben el suficiente oxígeno y no se desarrollan adecuadamente. Esto provoca que haya poca energía circulando en el cuerpo y que sientas debilidad. Pero es la respuesta adaptativa que ha encontrado el organismo para sentir menos dolor: si circula menos energía vital por el cuerpo, hay menos sensación física y emocional, se siente menos. El problema es que esta dinámica afecta a las emociones positivas, también habrá menos alegría.
Otro ejemplo, el contener la respiración o no permitir que las espiraciones sean completas, es decir, no sacar todo el aire, hace que se desarrolle más la parte de arriba del cuerpo, en desmedro de la pate inferior, esto provoca un endurecimiento del pecho, pero un debilitamiento de las piernas y una falta de enraizamiento o contacto con la tierra. También esto es una defensa contra el dolor, provoca un estado de estar siempre “hacia arriba”, con una carga energética que no se descarga, con una falsa positividad sin estar en un contacto real, con la realidad de la propia historia. Y hace a la persona lábil emocionalmente.
Son dos ejemplos algo burdos, porque es mucho más complejo, pero sirven para que veas como las personas adquirimos diferentes patrones para defendernos del dolor. Quedando estos patrones instalados en la estructura del cuerpo, en la dinámica del movimiento, e imprimiendo un carácter determinado en la persona, a través de cual se relacionará con los demás y con el mundo exterior y por el cual pasara su percepción de la realidad. Con lo cual quiere decir que nuestra percepción está sujeta a nuestros propios filtros, según hayan sido nuestras vivencias y nuestra forma de defendernos ante el dolor. Todo esto, sucede a nivel inconsciente. Esto está relacionado con lo que decíamos en este artículo, cuando hablamos de la sombra y de lo que desconocemos de nosotros mismos.
Un ejercicio para practicar
Al ejercicio que habíamos propuesto en el post de la segunda parte, (en el cual te proponía que pusieras la mano en el tu pecho durante unos minutos mientras respirabas de forma natural) agrégale la observación de tu respiración, todos los días unos minutos a la hora de acostarte y /o levantarte. Solo observa, no teorices nada, deja que las conexiones y las relaciones se vayan haciendo solas, desde tu interior, desde ese tu yo interno sabio, porque si lo haces desde la mente, siempre va a ser una observación parcial, limitante y relacionada con el miedo.
Seguiremos dando pautas para que te vayas dando cuenta de como entras en estos estados automáticos para que esa consciencia pueda luego desactivarlos.
Continúa en el siguiente Post: «Como trascender a partir de la crisis 5. La salida de la rueda del hámster»
Post anterior: «Empieza a iluminar tu oscuridad»
Comunicarnos es esencial. El trauma lo superamos cuando podemos expresarnos.
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