La importancia del vínculo para sanar III

Las falsas creencias pertenecen a la fachada 

El origen de un ego defensivo

Cuando el niño o la niña, son manipulados de forma sistemática por sus padres, por ejemplo, con la exigencia de un tipo de comportamiento a cambio del amor y cuidado parental, él o ella   aprende rápidamente que el amor es condicionado, y  que debe “someterse” a tal manipulación para ser querido y protegido.  Esto hace que le lleve a creer que todas las personas con las que se relacionará en el futuro van a tener este comportamiento,- porque nuestras figuras paternas son la referencia,  son los modelos primarios de mujer y hombre que incorporamos en nuestra psique.

Esa creencia hace que ese niño herido adquiera un determinado patrón de apego para sobrevivir y a la vez que crea un escudo de defensa ante estos padres, –porque es muy doloroso que no te quieran por quien eres y que para conseguir su amor tengas que fingir ser alguien quien no eres. 

Aquí está el origen de aquella parte de nuestro ego que  causa sufrimiento interno, por la falsa creencia de que no somos merecedores de amor si somos nosotros mismos.  Yo creo que esta es la herida que todos o casi todos los humanos sufrimos: no poder expresar quien realmente somos, no poder ser auténticos… 

Así el principio inconsciente por el que se regiría este niño, se podría expresar de la siguiente manera:   
“yo me someto porque dependo de ti para sobrevivir, pero me reservaré una parte de mí, que nunca quedará accesible para ti”.   

Ese es el ego quien habla, ese ego o falso yo que se formó a partir de esa necesidad de sobrevivir en el medio que le tocó vivir a este niño.  El verdadero yo quedaría protegido y reservado, esperando circunstancias más propicias para poder expresarse y desarrollarse.

Esta es la solución que encuentra el mecanismo de supervivencia del niño para no perecer, para sufrir el menor daño posible y a la vez  preservar aquella parte nuclear del ser que queda en suspenso.

Esta parte del  ego, es  el cual cuidará que ese niño cuando sea adulto, por ejemplo,  no confíe en los demás si ve la mínima señal de manipulación por parte de ellos y posiblemente tienda a relacionarse con personas manipuladoras a las que se someta pero ante las que nunca mostrará su verdadero yo, éste quedará protegido detrás de un gran muro.

Todo esto sucede de manera inconsciente, el niño y el adulto no se lo proponen, es el mecanismo de supervivencia el que toma el control y crea la mejor solución para sobrevivir. 

En próximos artículos veremos que otras consecuencias crea esto y como se puede dar solución para trascender esta herida nuclear.

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