¿Por qué no?
Una vez dejamos de sobrevivir ¿qué viene ahora?
En los artículos anteriores hemos dado bastante desarrollo al funcionamiento de lo que llamamos el mecanismo de supervivencia y como la forma de vida que llevamos hace que estemos casi la mayor parte del tiempo viviendo desde esa realidad, preocupados en sobrevivir y sin fluir con la vida.
Para entender el desarrollo de lo que vamos tratando en esta serie de artículos lee: la parte 1, la parte 2, la parte 3, la parte 4 la parte 5 y la parte 6.
Hemos, también introducido la idea de empezar a aumentar nuestra autoconfianza y la confianza en la vida. Esta sería la bisagra o la puerta de entrada, para acceder a esas otras instancias internas que nos permitirán estar en la vivencia, en vez de la supervivencia.
Aprender a Vivir en vez de sobrevivir
Hemos pasado tanto tiempo sobreviviendo, que no sabemos como es vivir. Esto nos sucede a nivel individual y también le sucede a la sociedad.
Aprender a vivir más allá de la supervivencia, forma parte de la construcción de nosotros mismos de una forma consciente. Y cuando nos percatamos de esto, intuimos que la vida es algo más que dejarnos llevar por aquellos automatismos que nos mantienen en un estado de parálisis, letargo o postergación de nosotros mismos.
Esta otra forma de vivir se va construyendo a partir de una toma de decisión de la persona.
Y no tenemos una hoja de ruta, por eso es incierta, pero a la vez es muy intensa y vivificante.
No le podemos pedir a nadie que nos dé una guía, ya no nos sirven los preceptos externos de la cultura, ni de la familia, la guía ahora pasará –de forma progresiva- a ser interna. Tu interior, será tu guía. Llámale corazón, yo interno, intuición, el sí mismo, ser, etc. como quieras. Es eso que llevamos dentro, y que a partir de ahora hay que dejar salir y desarrollar.
Aprender a funcionar en modo vivencia
En el área de la supervivencia se encuentran: El ego y la mente racional,
Y es de donde surgen: los mecanismos de defensa y el carácter defensivo que nos protege del dolor.
En el área de la vivencia o el impulso de vida es que se ubican: El corazón, el yo interno, la esencia, el ser, el sí mismo, (el nombre por el que cada uno lo identifique)
De donde surgen: la intuición, las corazonadas, la sabiduría de la vida, el fluir, etc.
El yo observador consciente. Está uniendo estas dos realidades. Es el que nos ayuda a ser asertivos, pacientes, a no culpabilizarnos por no poder fluir tanto como quisiéramos, etc. y es aquella parte de nuestra personalidad a través de la cual podemos aprender a auto-regularnos para llegar al equilibrio.
Desarrollando nuestro yo observador
Es esta parte interna nuestra, la del yo observador consciente, que es capaz de evaluar y aprender de las otras dos, el ego herido y el yo interno que funciona más allá de nuestras heridas. Pero para llegar a conocer este yo interno que está en potencia, debemos trascender nuestros dolores más profundos y escondidos. Digamos que gracias al reconocimiento del dolor es que vamos despertando a nuestro yo interno o profundo y a nuestro conocimiento. Esa es el valor de la crisis. Esta es capaz de sacar fuera lo que no queremos ver, aquello que nos provoca dolor intenso o miedo intenso, que nos mantiene en la parálisis o el estancamiento. Una vez que nos atrevemos y nos abrimos a revivirlo, se reactiva nuestra evolución y salimos del letargo. Así poco a poco vamos integrándolo, aceptándolo y a la vez viendo los beneficios que esas vivencias nos dan.
Esto nos puede llevar mucho tiempo, muchos años. No hay una medida de tiempo determinada para este proceso, porque no depende del ego ni de nuestra voluntad. Por eso le llamamos yo observador a esa parte nuestra que se va haciendo consciente poco a poco, porque observa, pero tampoco depende de él acelerar el proceso. Sin embargo intuyo que en cuanto estamos dispuestos a tolerar ese dolor y dejarlo venir, el proceso se acelera. Los hechos que se sucedan a partir de ahí, no necesariamente se darán como nuestra mente racional cree o espera.
Por eso es que nos da tanto miedo entregarnos a nuestra esencia y dejar que ella actúe. Porque no podemos controlar lo que ella hace y tampoco no logramos comprender desde nuestra razón su forma de hacer las cosas, por ello es que tenemos que aprender a confiar. Porque nunca esa parte interna nuestra supra-consciente hará nada para perjudicarnos, siempre va a nuestro favor y a favor de nuestra evolución y de nuestro bien mayor.
El próximo articulo será la octava y última entrega de esta serie en la que hemos tratado como trascender a partir de la crisis, daremos las conclusiones y como seguiremos adelante a partir de aquí.
Siguiente Post: «Como trascender a partir de la crisis 8 y última. Conclusiones»
Post anterior: «Como trascender a partir de la crisis 6. El pasaje hacia un ser supra-humano»
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De algún modo, este capítulo me retrotrae al de la «rueda del hámster».
No sabemos si la rueda marca el ritmo o nosotros -creemos que nosotros-, aprendemos a correr y cómo debemos hacerlo, y hasta parece que encontramos nuestro lugar en el mundo en dicha ruedita.
Siempre y cuando hagamos siempre lo mismo.
Hasta que se hace oír el «yo interno»;
¿era esto vivir?
En las letras de Platón, de Nietzsche, en la rueda, en la caverna, en las voces propias; nos habla algo más.
A veces nos «defendemos» pensando que sólo es otra rueda, de otro color, de otro diámetro, con otra vista…pero a la que acabaremos acostumbrados también.
Y seguramente ese «yo interno» volverá a sonreírnos, indulgente, con la paz de la paciencia, guiándonos por otro lugar.
Otro lugar, que valdrá «la pena».
Gracias, Laura!
Gracias Diego, por ayudar a la reflexión. Queremos creer que ese yo interno será la guía para que en algún momento salgamos de la rueda, y como no hay comprobación objetiva posible de ello, lo único que nos queda es la CONFIANZA. Creo que esa es la clave y el antídoto ante las elucubraciones que nos mantienen en el mismo sitio. Confiar en esa parte nuestra, empezar a adquirir el hábito de relajarnos en nosotros mismos, para mi esa es la salida. un gran abrazo compañero.