Si queremos internarnos en el conocimiento de nosotros mismos y fluir con la vida, debemos facilitar la comunicación con nuestro yo interno.
Con esa parte sabia que somos y que se comunica con nuestro yo más superficial o ego. Este yo interno tiene su propio lenguaje muy diferente al que maneja el ego. Por eso es que de continuo nos manda señales pero no siempre o casi nunca las asimilamos, porque no las sabemos interpretar.
Como explicábamos en el artículo anterior, debemos aprender el funcionamiento de ese yo interno para poder vivir de forma más integrada.
Aprender ese lenguaje es imprescindible para saber como se desarrollan los procesos internos y poder aprovechar los aprendizajes a los que nos conduce para ir avanzando en nuestra evolución y crecimiento como seres conscientes.
Dicho lenguaje, no es el habitual que usamos en nuestra vida cotidiana, en general no usa palabras y si las usa nunca es en su sentido literal.
¿Entonces cómo se comunica?
Este lenguaje interno usa símbolos en vez de palabras. Los símbolos son algo concreto que representa una realidad más amplia, por ejemplo una paloma blanca representa la paz. Además de hablarnos a través de símbolos usa unos medios determinados que son: sueños, las intuiciones, las corazonadas, aquellos actos que realizamos y no sabemos por qué y también aquello que le llamamos casualidades, coincidencias o sincronicidades.
Nuestro maestro interno
Todo esto genera a lo largo de nuestra vida y sobre todo cuando decidimos llevar un camino más consciente de conocimiento de nosotros mismos, situaciones que nos enfrentan con aprendizajes que debemos realizar para llegar a la resolución de nuestros conflictos más profundos. En este sentido ese yo interno es como un maestro que a través de su forma particular, nos dirige para que podamos liberarnos de nuestros traumas.
Muchas veces podemos juzgar desde el ego esas situaciones como negativas o indeseables, sin embargo si somos capaces de ampliar la mirada podremos ver que son necesarias para desbloquear algo dentro nuestro y en estos casos lo bueno es darnos tiempo para sentir y dejar que ese sentir aunque sea doloroso vaya abriendo y limpiando aquello de lo que tenemos que deshacernos.
Debemos tener en cuenta que este yo interno tiene una visión más amplia y sabe mucho sobre nosotros y si en algún momento nos lleva a vivir situaciones difíciles es porque aunque duelan las podemos tolerar y detrás de ellas hay un gran avance para nuestro ser o nuestra alma. Cuando podemos llegar a comprender y ver nuestro dolor desde una mirada más amplia es cuando podremos poco a poco integrarlo encontrarle un sentido y sanarlo. Mientras estemos evitándolo producirá inevitablemente síntomas que nos harán sufrir de todos modos y también no nos dejarán disfrutar de la vida de forma plena hasta que no le pongamos remedio a eso que nos carcome y remueve por dentro. Lo que causa sufrimiento es la resistencia a querer ver lo que nos duele. Una vez lo aceptamos todo será mucho más fácil de lo que creemos y podremos fluir con la vida aceptando lo que nos ha tocado que es lo que nos hace únicos y abriéndonos a vivir en plenitud.
Continúa en el siguiente post: «Integrar corazón y mente 2. El sentir, una gran herramienta que usa nuestro yo interno para enseñarnos»
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