Cuando nos atrevemos a indagar dentro para encontrar el origen del dolor, nos encontramos con una causa originaria que puede tomar diferentes formas: la necesidad no satisfecha de un vínculo primario amoroso y sin condiciones.
Esas diferentes formas son: el rechazo, el abandono, la agresión, el abuso, la traición, la invasión, la negación de sí, etc. Cada una de ellas generara un tipo de mecanismo de defensa ante el dolor con diferentes matices en cada persona.
El contacto y el vínculo amoroso sin condiciones
es lo que nos permite sentirnos aceptados en esta vida con derecho a vivir acorde a quien realmente somos.
Cuando esto falla a temprana edad, la persona adulta emprenderá una búsqueda incansable para ser aceptada y querida. En la película “inteligencia artificial”, se muestra una metáfora de la necesidad de recibir este tipo de amor. El niño robot, a quien le habían puesto una programación para que pudiera tener sentimientos humanos, fue abandonado por su madre, esto provocó que durante siglos haya estado añorando su amor y buscando la comprobación de que ella lo había amado de verdad.
Por lo general, como la humanidad está escasa de aceptación y relaciones amorosas auténticas, cuando se tienen hijos, estos vienen a cubrir necesidades emocionales de los padres.
Así, desde antes de la concepción, los futuros padres ya están programando inconscientemente al hijo/a para que cubra sus necesidades y carencias no satisfechas. De esta manera, el hijo o la hija ya viene condicionado y programado para vivir una vida que no es la suya. Como los humanos somos tan vulnerables y dependientes del cariño de otros humanos, hacemos lo que sea para no perder el amor de los padres (recordad que es un amor condicionado), inclusive si eso implica aparentar ser una persona que no somos.
Hasta que podemos emanciparnos emocionalmente de la dependencia paterna estamos intentando contentar a mamá y a papá y este comportamiento también se traslada a otros vínculos.
Sin embargo la humanidad padece de este mal. Y es algo tan doloroso, el no sentirse aceptado y querido tal cual se es, y tener que ser otro u otra para que te quieran, que a toda costa hay que tapar ese dolor porque para el niño y luego para el adulto resulta intolerable.
Cuando este dolor se niega, por mucho tiempo, provoca como ya dijimos, síntomas variados, pero además si no lo solucionamos, esa tara pasa a la siguiente generación, es decir que se la trasmitimos a nuestros hijos y si ellos no lo resuelven se la pasaran a los suyos y así sucesivamente. Por eso es tan importante el poder mirar hacia dentro y solventar nuestros dolores.
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